No es la mujer, ni el hombre, es su mirada sobre la Naturaleza, la belleza y el silencio que encierra. Es la mirada de Yukun Chen, fotógrafa china residente en Madrid, que coloca cabeza, ojo y corazón en el mismo eje, al decir de Henri Cartier-Bresson para hacer sus fotos. Artista visual, la autora sabe detectar y atrapar con su objetivo, el aleteo de una brizna de hierba, la humildad franciscana de una hoja marchita, el craquelado del agua en el río o un estanque, la caricia de unas gotas de lluvia o la solemnidad de una cala enhiesta. La belleza es un placer objetivo. Como los antiguos griegos, Yukun Chen identifica lo bueno con lo bello y lo verdadero. La mirada que no es inocua sino subjetiva, se posa en la decisión volitiva de la autora que selecciona una vista y rechaza otras. Una mirada que detecta signos, traduce símbolos y nos desvela misterios. El arte es emoción y misterio, aunque conlleve racionalidad en su ejecución, señala Anna Hatherly. En el arte oriental siempre aflora la idea de vacío y plenitud, sobre todo durante la dinastía Tang (ss VII –IX), pero China es un país que también acoge en su historia la abundancia de una estética más plena y barroca. Yukun Chen tiene genética y estética oriental, si bien sumergida en Occidente. Para Hegel, sólo es bello aquello que encuentra su expresión en el arte; la fotógrafa lo ha logrado en su serie Flor sinser flor, verso arrancado de un poema de Bai Juyi, un vate de la antigua China de la dinastía Tang.