Doce estudios del agua, Galería Orfila, Madrid

Fecha exposición: Del 30 mayo al 18 junio de 2022.

YUKUN CHEN. ABSOLUTA LUZ.
Crítica de Alfonso de la Torre

Representar con imágenes del agua lo que se desvanece, la inmensidad de ciertos lugares secretos, pues anhela Yukun Chen (Beijing, 1975) el infinito en sus imágenes, que son leves, como esperantes de una conciencia. Verdaderos poemas visuales, estos “Doce estudios del agua” (2016-2021) con los que evoca al pintor chino Ma Yuan (1160-1225), fotografías poéticas que nos devuelven el latido de una primorosa quietud. Que son imágenes, sí, pero parecerían oírse las gotas de agua, los susurros de los árboles próximos, el mecer leve de las ondas del lago Dongting, las crestas
del Yangtse erizadas o el silencio que puebla, azul la luz, la fría laguna. Olas sobre olas, como titula una de sus obras, lagos y ríos, aguas inmemoriales reflejando nubes. Representando aquella conciencia anhelada en la expresión de esas aguas que devuelven en su azogue el espacio en derredor. Así queda Yukun Chen, mostrada y ausente de sí misma, de tal forma parece su atención revertida hacia la belleza que puebla el mundo, la inmensa naturaleza que irradia su luz. Lo absoluto de la luz. Y qué extraño elegir esta reserva donde la artista se desvanecerá devolviéndonos
fragmentos del mundo, como si fueran, más que imágenes, centros de la energía de una mágica actividad de lo natural: es como si la ausencia tomara forma. Tal si tentase el supremo conocimiento del don de la existencia, el don de un secreto y el don de un habla. Son dones revelados a los privilegiados ojos de quien mira el mundo.

Como aquellos “Sueños de la luna” (2017) evocando a quien se fue, estos son un conjunto de instantes encontrados consigo mismos y devueltos a la visibilidad, mas parecieren en un trance de algo inefable que pudiese escaparse. Enseñándonos a ver, pues las imágenes que nos muestra Yukun Chen son revelación de la posibilidad de las imágenes, que llegan a la mirada como un roce ligero, expresión conformada por lo que constituye esencia de lo
visible.

Como aquel poeta solitario en un lago, o ese otro dibujo de quien contempla ensimismado el capullo de un ciruelo florecer a la luz de la luna, pintados por Ma Yuan, queda Yukun Chen a un lado del camino en su paseo por el bosque, vadea la vana certeza. Lo esencial puede mostrarse en un fragmento, el instante ser más revelador que aquello que se prolonga. El infinito expresado en el agua.

Exaltante, Yukun Chen semejare portadora de un sentido cósmico, mostrando esa tranquila alegría que sucede tras el
hallazgo de un pensamiento profundo que, empero, esquiva lo manifiesto y sus imágenes parecieren más bien, así espaciadas, atenuadas de la verdad mas reinantes en un misterioso lugar habitado por la indeterminación y, así, crecer el difícil don de la invisibilidad que, de esta forma, en esa especie de distancia y preservación, esa reserva, nos devuelve luz, agua o aire, un infinito que se eleva por encima de quien contempla y que, así, se ilumina. Iluminándonos.

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